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Hostilidad felina

Hostilidad felina

La motivación de las conductas agresivas entre gatos puede ser territorial, por miedo, el juego o predación, la frustración o como conducta redirigida. Asimismo, los sistemas emocionales implicados son el de búsqueda y juego social en la agresividad por juego o predación; la frustración, el miedo-ansiedad y el dolor en el resto de agresividades.

Los signos conductuales observados comprenden desde el lenguaje corporal ofensivo o defensivo, el bloqueo al acceso a zonas o recursos de la casa, las persecuciones y huidas, a las peleas que causan lesiones graves.

El inicio de la conducta agresiva puede variar. En ocasiones puede aparecer alrededor del año de edad coincidiendo con la madurez sexual. Otras veces, es la introducción de un nuevo gato en la familia, los intentos persistentes de juego del más joven al más sedentario o después de visitar al veterinario. Un inicio más agudo se asocia a una agresividad redirigida, a un problema médico (dolor, hipertiroidismo, olor específico de una enfermedad como otitis o impactación anal, etc.), o a un cambio del entorno social o físico. En la mayoría de ocasiones, la agresión es unidireccional: agresor- víctima.

¿Es necesario que los gatos convivan con otros gatos?

 

La respuesta es “NO”, aunque las investigaciones en gatos domésticos indican que algunos se estresan por no vivir con congéneres y otros por vivir con ellos. El gato doméstico establece relaciones sociales con los humanos y con otros gatos cuando vive en libertad, si bien no hay evidencias del comportamiento social intraespecífico del Felis silvestris lybica (antecesor del gato doméstico), una explicación es que la formación de grupos evolucionara con la domesticación.

El comportamiento social del gato depende de una serie de factores genéticos y de factores ambientales. Podemos decir que el gato tiene un sistema social facultativo y que se adapta según las condiciones del entorno y la concentración de recursos. Sin embargo, presenta algunas desventajas para la vida social ya que carecen de señales ritualizadas como podemos encontrar en otras especies. En su caso el frotado y el lamido entre los gatos mantiene la cohesión en las colonias y crea un vínculo afiliativo que facilita una  relación social duradera entre ellos, además, la dirección de estas interacciones parece ser estable.

Por otra parte, un gato asilvestrado puede tener un territorio medio de entre 5 a 6.200 km, mientras que a los gatos domésticos se les ofrece un espacio artificial con paredes y puertas en el que tienen que compartir el tiempo con otros gatos, y no pueden tener la opción de evitarse o de mantener una distancia adecuada. De hecho, la agresividad entre gatos, es más frecuente si el área de dispersión es más pequeña.

 

En hogares con dos o más gatos, ¿cuáles son los indicadores que podrían sugerir un conflicto entre ellos?

  • Interactúan por separado con el tutor, evitando el contacto físico.
  • Permanecen en zonas alejadas de la casa.
  • Se observan atentamente el uno al otro.
  • Se muestran tensos si están en la misma habitación.
  • Duermen en lugares muy separados y no están relajados mientras descansan.
  • Restringen el movimiento del otro gato o lo desplazan.
  • Bloquean el acceso a los recursos al otro gato
  • Aumento del acicalado
  • Aumento del marcaje con las uñas
  • Sacudidas de cabeza
  • Periuria
  • Gruñen o bufan en los encuentros
  • Sacudidas de cola, aplanamiento de orejas, pelo erizado, dilatación de pupilas
  • Maullidos, postura intimidatoria con miembros rígidos, mirada fija, cola rígida, movimiento hacia el objetivo
  • Se persiguen o huyen el uno del otro
  • Ataque o lucha entre los gatos.

 

La comunicación felina no siempre requiere intervención. Ahora bien, los ataques frecuentes, los cambios en los hábitos o en la conducta y la aparición de lesiones en uno o más gatos es una señal importante de intervención ya que, entre otras cosas, afecta negativamente a su bienestar.

 

Claves para el tratamiento

  1. Gestión del entorno cubriendo las necesidades y requerimientos ambientales de la especie felina

Ofrecer un número y distribución de recursos adecuado al número y preferencias de los gatos, facilitar vías de escape y dar acceso a más espacio.

En los casos de agresividad por juego: aumentar las posibilidades de juego, ejercicio físico y estimulación mental.

 

  1. Medidas concretas

Educar a los tutores en el lenguaje de los gatos para poder interpretar la situación dándoles estrategias de interrupción de conflictos o de juego intenso: tocando el timbre, condicionando un clicker o si la situación es más grave cogiendo a uno de los gatos con una manta o colocándole un cesto encima. Después del ataque la separación de los gatos debe ser de varias horas hasta que se hayan calmado.

 

  1. Protocolo de reintroducción

Los gatos reconocen a los miembros de la colonia frente a los que no lo son. Dentro de las colonias las peleas con contacto físicos son muy raras, sí se observan posturas de amenaza y vocalizaciones, sin embargo, la mayoría de los miembros de la colonia muestran agresividad hacia los gatos desconocidos. No obstante, si los no miembros de la colonia son persistentes en sus intentos de unirse a ella, pueden acabar integrándose en el grupo, pero sólo mediante un proceso gradual que implica un número elevado de interacciones.

Observando el proceso natural el protocolo de introducción busca habituar al olor, a la visión y a la presencia del gato. Se aconseja su aplicación en la introducción de nuevos gatos en el hogar, después de visitas al veterinario y en los casos de agresividad en los que ha sido necesario separar a los gatos.

1ª Fase: cambio de territorios.

Por uno o varios periodos de tiempo al día, cada uno de los gatos implicados en el conflicto accede a la zona del otro gato para familiarizarse con el olor.

2ª Fase: transferencia de olor.

Se frota un paño en la mejilla y zonas periorales del gato para recoger las feromonas faciales y ofrecérselo al otro gato. Si el gato lo acepta bien podemos frotárselo para recoger sus feromonas y ofrecerlo al primer gato.

3ª Fase: adaptación a la visión a través de un cristal o de una rejilla.

Los gatos empiezan a verse y se les ofrece alguna actividad agradable con una distancia suficiente y en ejercicios cortos, poco a poco se reduce la distancia. El lenguaje del gato, en esta y en todas las fases, es el que indica el avance en la dificultad de la sesión y en el paso de una fase a la siguiente.

4ª Fase: acceso al contacto físico supervisado, se eliminan las barreras.

5ª Fase: contacto físico sin supervisión.

En cada una de las fases se realiza una asociación positiva al otro gato en diferentes contextos utilizando las caricias, la comida sabrosa, el juego tranquilo o el cepillado.

 

  1. Feromonas y psicofármacos

El uso de difusores de análogos sintéticos de feromonas faciales puede resultar de ayuda. Colocarlo en las zonas en las que los gatos permanecen más tiempo.

En algunos casos es necesario tratar la impulsividad, la ansiedad o el miedo del agresor o de la víctima con psicofármacos.

 

¿Cómo lo podemos prevenir?

De forma general, para prevenir esta forma de agresividad se recomienda:

  • Valorar la necesidad de adoptar a un nuevo gato.
  • Analizar las características del hogar y el entorno cercano.
  • Adoptar a gatos emparentados o que han pasado juntos el periodo de socialización.
  • Si en la casa viven gatos adultos, no gerontes, adoptar a un gatito joven.
  • Evaluar el temperamento y las conductas sociales del gato.
  • Aplicar el protocolo de reintroducción en la entrada de nuevos gatos y después de episodios de estrés o de cambios.

Es importante, en resumen, supervisar y si es preciso consultar con un veterinario etólogo la conducta de los gatos que conviven con otros gatos. El comportamiento social del gato es flexible, ahora bien, el estrés social crónico causa una merma en el bienestar del animal que puede repercutir en su estado emocional derivando en problemas de salud o de conducta.

Hogares multigato

Hogares multigato

Hogares multigato: claves para el bienestar

Existe la creencia extendida de que los gatos domésticos son animales solitarios. No obstante, la domesticación ha hecho que desarrollen un sistema social flexible de manera que pueden vivir en solitario o en grupos sociales si las condiciones del entorno lo permiten. Es por esto por lo que se dice que el gato es una especie social facultativa.

La vida en grupo tiene una serie de ventajas, como la protección de las crías, pero también supone una fuente de estrés social derivado de los conflictos entre gatos que conviven, especialmente cuando no tienen acceso al exterior (gatos indoor). De hecho, estos conflictos pueden darse con relativa frecuencia en los llamados “hogares multigato”.

Para prevenir o minimizar la aparición de conflictos sociales y mejorar así el bienestar en los hogares multigato, debemos llevar a cabo una serie de medidas basadas en los siguientes puntos clave:

  1. Identificar los grupos sociales.
  2. Identificar los signos de estrés y conflicto entre gatos.
  3. Eliminar los estresores y proporcionar un entorno adecuado y enriquecido

 

Cómo identificar grupos sociales

Cuando en un mismo hogar conviven varios gatos es importante saber si todos ellos están integrados en el mismo grupo social o si, por el contrario, existen subgrupos o individuos aislados. Para ello, es necesario analizar su comportamiento social e identificar las llamadas conductas afiliativas y las conductas agonísticas:

  • Las conductas afiliativas se refieren a las conductas sociales que fomentan la cercanía entre los individuos y en los gatos incluyen dormir juntos, acicalarse mutuamente, frotarse, cruzar sus colas o jugar entre ellos. La manifestación de estas conductas indicaría que los gatos que las llevan a cabo forman parte de un mismo grupo social.
  • Las conductas agonísticas se refieren a cualquier conducta social relacionada con la respuesta de lucha ante un estímulo y son indicativas de la existencia de conflictos entre gatos. Las interacciones sociales agresivas son una fuente de estrés tanto para el gato agresor como para la víctima y entre ellas se incluyen las siguientes:

– Gatos que permanecen sentados vigilándose y mirándose fijamente o que se evitan activamente.

– Gatos que bloquean el acceso del otro gato a recursos como la bandeja de la arena, comedero o zona de descanso, por ejemplo, sentándose delante.

– Cambios en las relaciones entre gatos con disminución de conductas afiliativas y aparición de vocalizaciones agonísticas como bufidos o gruñidos así como enfrentamientos que impliquen peleas, persecuciones, arañazos o mordiscos.

La aparición de lesiones cutáneas o abscesos pueden ser indicativos de peleas por lo que se debe prestar atención a este tipo de señales además de a los cambios de comportamiento mencionados.

Dentro de un mismo hogar puede haber tantos grupos sociales como gatos. Así, aunque no exista evidencia de conductas agonísticas y los gatos puedan tolerar la presencia de los otros individuos, el hecho de no identificar conductas afiliativas entre ellos indicaría que no forman parte del mismo grupo social.

 

Cómo identificar signos de estrés y conflicto entre gatos

Los signos de estrés en gatos son variados y a veces sutiles y, por tanto, difíciles de identificar. Las señales de estrés pueden ser cambios de conducta que afectan al propio individuo o comportamientos agonísticos dirigidos hacia otros gatos, tal y como se ha visto en el apartado anterior.

Entre los cambios de conducta que pueden aparecer como consecuencia del estrés se incluyen la disminución general de la actividad y el comportamiento exploratorio, así como del marcaje facial y las conductas afiliativas hacia los propietarios u otros gatos. El apetito suele disminuir, aunque en algún caso puede aumentar. Por el contrario, otras conductas aumentan su frecuencia, como las vocalizaciones, la vigilancia, esconderse, el marcaje con orina, la agresividad, las conductas repetitivas y el acicalamiento, aunque este último puede reducirse en otras ocasiones.

 

Cómo eliminar estresores y proporcionar un entorno adecuado y enriquecido

Eliminar posibles estresores

Para eliminar las posibles fuentes de estrés se deben controlar los estímulos visuales, auditivos y olfativos extraños que puedan producir miedo o ansiedad. Así, por ejemplo,  aunque en muchos casos la visualización a través de la ventana puede ser enriquecedora e incluso recomendable, a algunos individuos les resulta estresante la visión de otros gatos o perros en el exterior, en cuyo caso se debe limitar el acceso cerrando cortinas o persianas.

Los cambios en el grupo social pueden producir también estrés en los gatos y por ello es importante evitar variaciones en su composición introduciendo un nuevo gato. En caso de decidir hacerlo debe realizarse de manera adecuada mediante un protocolo de introducción progresiva del nuevo miembro en el hogar. Otros cambios en el entorno físico que se deben tener en cuenta, y evitar en la medida de lo posible, son los cambios de localización en el mobiliario, la introducción de objetos nuevos en el hogar o las mudanzas.

La existencia de un entorno predecible ayuda a disminuir el estrés, por lo que es aconsejable establecer rutinas de modo que faciliten a los gatos saber qué sucederá en cada momento y mantener un manejo coherente y consistente. Esto quiere decir que ante una conducta del gato, todos los miembros de la familia deben actuar de la misma manera.

Finalmente, nunca se debe castigar a un gato, pues además del estrés que se produce en el individuo al que se castiga, éste puede generalizarse a todo el grupo repercutiendo negativamente en las interacciones entre los gatos.

 

Mejoras en el entorno físico y sensorial

Se debe aumentar la disponibilidad de espacios horizontales y verticales con plataformas elevadas en las que les sea posible descansar,  observar el entorno y utilizar como lugares seguros o refugios. Para ello, se pueden aprovechar los muebles o estantes que hay en casa o instalarlos de manera personalizada. Se recomienda que estas áreas tengan entradas y salidas independientes para evitar conflictos si más de un gato quiere usarlo al mismo tiempo. También se pueden dejar disponibles sus transportines o incluso cajas de cartón para que los usen como lugares seguros.

Los múltiples lugares de descanso disponibles deben ser de diferentes tamaños para que los gatos elijan si prefieren descansar solos o acompañados de otros gatos en plataformas de mayor tamaño.

Una manera de incrementar el espacio disponible y aumentar la actividad física es permitir el acceso al exterior, por ejemplo, al jardín o una terraza segura. Sin embargo, en algunos casos esto no es posible y en otros puede ser perjudicial si la experiencia produce estrés y frustración en el gato, lo cual a su vez puede derivar en comportamientos agresivos redirigidos hacia los demás gatos o hacia el tutor. Para evitar este problema, podemos planificar las salidas en los momentos en los que el exterior sea más tranquilo (ausencia de otros gatos o perros vecinos) y hacer que las salidas sean predecibles, es decir, que el gato sepa cuándo va a salir.

Por otro lado, debe facilitarse la aparición de estímulos agradables como nuevos juguetes, feromonas sintéticas o texturas atractivas para arañar, ya que se sabe que el rascado es una “necesidad de comportamiento”, es decir, que el gato necesita rascar para reducir su estrés y mejorar así su bienestar.

 

Estimulación física y mental

Se debe proporcionar estimulación física y mental adecuada ya que la ausencia de este tipo de actividad puede generar frustración y desencadenar agresiones hacia otros miembros del grupo.

Para ello, se debe fomentar el juego con todo el grupo o en subgrupos de gatos con buena relación y proporcionando atención especial e individual a gatos con necesidades diferentes (gatos muy activos o muy tímidos). La estimulación también se puede llevar a cabo a través de juguetes que simulan ser presas que se mueven, comederos interactivos o golosinas escondidas por la vivienda.

 

Mejoras en el entorno social

La interacción humano-gato debe ser positiva, tranquila y predecible. Además, se debe evitar siempre el uso castigo, como ya se ha mencionado anteriormente. Tampoco se debe forzar el contacto de las personas con los gatos ni forzar interacciones entre los gatos, sobre todo entre los que no se llevan bien.

Cuanto más numeroso sea el grupo de gatos, más adaptaciones serán necesarias en el hogar. Así, para evitar conflictos en los hogares en los que haya varios subgrupos de gatos,  conviene crear áreas específicas para cada uno de ellos y permitir una separación temporal o permanente en sus respectivos territorios, lo cual disminuirá la presencia de conductas agonísticas entre individuos de diferente grupo social y facilitará las afiliativas entre los que sí forman parte del mismo grupo.

En los hogares multigato, cada uno de los gatos debe recibir atención individual sin que intervengan otros gatos para evitar tensiones. Los gatos más seguros y asertivos tienen que ser estimulados a diario con juego y exploración, por lo que al hacerlo de forma separada, se evitarán las agresiones hacia otros gatos en caso de que se sobreexciten.

Por otra parte, los gatos tímidos deben disponer de momentos de actividades tranquilas y placenteras con el tutor con juego o caricias separados del resto del grupo o solo en presencia de los gatos con los que tenga buena relación.

 

Gestión de recursos clave

Es necesario que los gatos dispongan de un número adecuado de recursos básicos como comederos, bandejas de arena, camas, rascadores y juguetes en diferentes lugares de la casa. Además, deben mantenerse en áreas definidas dependiendo del número de gatos y subgrupos y evitar cambiarlos de lugar.

La comida y el agua tienen que estar en lugares tranquilos y siempre accesibles, lejos de las bandejas, y puede ser positivo usar fuentes de agua.

Respecto a las bandejas de arena, se recomienda proporcionar tantas como el número de gatos +1 o al menos el número de grupos de gatos +1, en caso de que el espacio no lo permita. Deben colocarse también en lugares tranquilos, que no sean zonas de paso ni estén al lado de electrodomésticos ruidosos como la lavadora. Debemos tener en cuenta sus características y las preferencias de cada gato ya que pueden ser diferentes en cada uno. Así, pueden ser con tapa o sin tapa, aunque la mayoría prefieren sin tapa. Deben tener un tamaño adecuado que les permita dar la vuelta sobre sí mismos sin tener que salir de la bandeja. En el caso de gatos con problemas de movilidad o dolor, el acceso a la bandeja debe ser fácil. Finalmente, también debemos tener en cuenta el tipo de arena preferido por cada gato, si bien la aglomerante no perfumada suele ser la arena de elección.

Otro recurso al que es necesario presentar especial atención es el rascador, y al igual que en el caso del arenero, debemos ponerlo a disposición de los gatos según las preferencias de cada uno. Pueden ser horizontales o verticales, de diferentes materiales como textiles, de cartón o madera, y debemos colocarlos cerca de los lugares de descanso.

 

En resumen, los conflictos entre gatos que conviven son situaciones estresantes frecuentes y, por lo tanto, debemos adaptar su entorno y nuestras acciones para evitar dicho estrés de cara a prevenir problemas derivados del mismo y para favorecer su bienestar.